La legión invisible”: los hijos de curas y el nuevo escándalo que asedia a la Iglesia

“Hay chicos por todos lados”. Los hijos de los curas son el escándalo que viene en esta Iglesia Católica conmocionada por el comportamiento sexual de parte de sus 400 mil sacerdotes y 5.100 obispos en los crímenes de pederastía, más el ocultamiento por parte de las jerarquías, la abundancia de homosexuales ordenados y los cerca de 50 mil descendientes de curas repartidos en 175 países, que viven sus propios dramas y justifican el mote de “La legión invisible”.

En gran parte, la situación que ha determinado una de las más graves crisis en la historia del catolicismo es estructural, el resultado de una concepción momificada, fuera de época. La Iglesia debería cambiar de sexo, romper sus numerosos tabúes. No es fácil, responden. Cierto, en realidad parece imposible que algún día lo logre.

En primer lugar, si sigue manteniendo a las mujeres afuera del poder de gestión y decisión. Discriminadas. Los altares siguen vacíos de féminas, como el ministerio ordenado, que tienen prohibido. Son más de la mitad de los 1.300 millones de bautizados, pero los varones no largan porque la irrupción de las mujeres en condiciones mínimas de igualdad y respeto significaría el final del monopolio y del status quo que tanto daño está haciendo.

Bienvenido (con unas gotas de escepticismo) todo lo que sirva a sacudir el árbol de esta decadencia, como fue la reunión cumbre de los líderes de los obispos y jefes de órdenes religiosas con el Papa entre el 21 y el 24 de febrero. Y con el buscado resultado de la frase que destapó el escándalo que viene, pronunciada por el portavoz del pontífice, Alessandro Gisotti, quien confirmó la existencia de un documento reservado con las normas para afrontar el caso de “los hijos de ordenados”.

Vincent Doyle, un psicoterapeuta irlandés de 34 años, es un gran protagonista positivo para que el tema pase plenamente al primer plano. Fundó y dirige el sitio web Coping Internacional, reconocido por la Iglesia, que ofrece sostén a los hijos de curas.

Cuenta Doyle que hace ocho años encontró viejas poesías escritas por su padrino, que murió cuando tenía doce años. Leyendo las poesías sintió tanta conmoción que sospechó la verdad. Le dijo a su madre: “Era mi padre, ¿cierto?”. Ella, madre de otras tres hijas, respondió sólo con una lágrima. El padrino era padre dos veces: Vincent era su hijo y era, además, un sacerdote de la iglesia. Se llamaba Francis Doyle y murió en 1996. Vincent abrazó a su madre, le dijo que la quería bien y le transmitió su respeto y compasión por haber mantenido este sufrimiento secreto por 28 años.

El fundador de Coping se agregó el apellido de su verdadero padre, con quien había mantenido una buena relación. Doyle padre era un buen cura, que ayudaba a la gente. Decidió crear un plataforma informática para entrar en contacto y ofrecer un escenario de encuentro común a los hijos de curas en el mundo. Actualmente Coping tiene 50.000 miembros. Que se reconocen como hijos de sacerdotes. Vincent entró en contacto con la iglesia en Irlanda, que lo recibió con los abrazos abiertos. Era uno de los países más católicos del mundo hasta que comenzaron a estallar in crescendo los escándalos de pederastía del clero. Hoy los irlandeses votaron a favor del divorcio y el aborto, tienen un presidente declaradamente gay, han perdido en parte la confianza en su Iglesia. Otros se han alejado para siempre. La Iglesia irlandesa ha cambiado mucho.

Vincent Doyle ha hablado con el Papa Francisco que lo alentó a continuar. En 2017, el diario The Boston Globe de EE.UU., que hizo estallar el primer gran escándalo en 2002 de los abusos sexuales del clero y la extraordinaria cobertura a 72 curas pederastas por parte del arzobispo de Boston, cardenal Bernard Law, publicó una nueva investigación, esta vez sobre los hijos de los curas.

Doyle informa que la publicación hizo dar un nuevo salto adelante al sitio Coping. Por ejemplo, se recibieron más de 9 mil contactos desde Italia, lo que da una idea de la cantidad de vástagos de sacerdotes que alberga el país desde cuyo territorio se difundió el catolicismo en el mundo.

Tras la revelación del portavoz vaticano que existía un documento secreto con las líneas guía de la Congregación del Clero para los casos de hijos de curas, el titular del dicasterio, cardenal Beniamino Stella, explicó que allí se trata un tema muy delicado: qué hacer en los casos en que un sacerdote rompa el voto del celibato y de su relación sexual nazcan niños. El cardenal aclaró que se trataba de un documento técnico, no secreto, de uso interno. La línea proviene del proprio Papa que, cuando era arzobispo de Buenos Aires, en el libro-diálogo con el rabino Abraham Skorka “El cielo y la tierra”, estableció que “la atención prioritaria por parte del sacerdote debe ser hacia la prole”.

El cardenal Stella dijo al sitio online Vatican Insider, del diario La Stampa, que “una situación de este género es irreversible”, exige que el sacerdote abandone el estado clerical, “incluso cuando crea que sigue siendo idóneo para el ministerio.” El “ministro” del Papa calculó que el 80% de los pedidos de dispensa del sacerdocio en el mundo “comporta la presencia de prole”, aunque parte de los casos se refieren a embarazos que tuvieron lugar después que esos curas “colgaron la sotana”. El Papa sostiene a rajatabla la prioridad de atender al hijo del cura. “Y no se refiere al necesario sostén económico. Lo que debe acompañar el crecimiento de un hijo es el afecto de los padres, una adecuada educación, todo lo que comporta un efectivo y responsable ejercicio de la paternidad; sobre todo, en los primeros años de vida”.

Por ello, agrega Stella, “se busca hacer lo posible para que la dispensa de las obligaciones del estado clerical sea obtenida en el más breve tiempo.” Pero existen obispos y superiores religiosos que creen que no todos los curas-progenitores deben irse de la Iglesia. Y ésta es una cuestión muy delicada, incluso por su ambigüedad. Algunos obispos y hasta cardenales sostienen -sobre todo si cesó la relación con la madre del niño- que, después de asegurar económicamente la prole y tras transferir de destino al sacerdote, los clérigos pueden continuar ejerciendo el ministerio. Se está generando una corriente que va camino a transformarse en otro choque dentro de la disputa interna contra el Papa argentino. Esa corriente sostiene que la Iglesia no puede obligar a un sacerdote a abandonar su ministerio. El Pontífice, en cambio, afirma que el derecho natural que lo obliga como progenitor está por encima del derecho canónico y que es inevitable que el clérigo-padre deba abandonar con permiso (la dispensa) el ejercicio del sacerdocio.

Una incógnita mayor es que sucederá si se generaliza el destape de la situación de los miles de hijos de curas que forman “La Legión invisible”. Esos vástagos son las víctimas y la gran mayoría de ellos no han sido reconocidos. Durante siglos, los hijos de sacerdotes eran considerados “siempre infames”. En el mundo actual, son víctimas de la invisibilidad, de falta de un reconocimiento al que tienen derecho y del amor de un progenitor que se esconde en nombre “del bien de la Iglesia”.