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El Gobierno negocia con el FMI para fortalecer la pulseada contra el dólar

Mientras el dólar enciende los miedos del país traumatizado, el Gobierno apuesta su estrecho futuro a que el FMI permita un poco más de margen para utilizar las herramientas que lo mantengan en calma. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, sostienen negociaciones hora a hora con los directivos del organismo y plantearon opciones que permitan controlar mejor el tipo de cambio tan inestable en estos días.

No es una negociación fácil. La cúpula del FMI es reticente a modificar un acuerdo con la Argentina que tuvo un cambio importante el año pasado, cuando se amplió el préstamo inicial de 27.000 millones de dólares a los más de 50.000 millones que aliviaron las reservas del Banco Central en septiembre pasado, y los fantasmas de un posible default comenzaron a oscurecer el escenario financiero. Pero el tiempo apremia al gobierno de Mauricio Macri.

El dólar terminó el viernes apenas por debajo de los $ 47 y cada centavo que sube es otra estocada que golpea sobre la inflación. Las consultoras económicas calculan ya que el costo de vida de abril está en la cornisa del 4% y podría agravarse si el dólar sigue escalando hasta la banda superior ($ 51,45).

Ese número del dólar está cada vez más cerca, pero también está lo suficiente lejos como para poner en riesgo la reelección presidencial. El futuro de la candidatura de Macri, defendido con fervor por el círculo más cercano al Presidente, quedará muy comprometido si la inflación no logra encaminarse de una vez por todas en una curva descendente. Por eso, es que necesitan mayor poder de fuego para detener la suba del dólar.

Las herramientas financieras que se barajan en los intercambios diarios entre Dujovne, Sandleris y el FMI son variadas. Pero hay dos de ellas, muy simples, que están en la primera página del menú. Achicar la banda de flotación para actuar sobre el dólar antes de que pase los $ 50 o ampliar el límite de los 60 millones de dólares diarios que el acuerdo con el Fondo le permite hoy al Banco Central.

La primera de ellas es la más resistida y la segunda está en evaluación por la burocracia del organismo que, en la relación actual con la Argentina, conducen Alejandro Werner, el director gerente para el Hemisferio Occidental, y David Lipton, subdirector gerente general y virtual número dos de la directora Christine Lagarde.

Hay otra opción que pide pista en las negociaciones. Es la eventual recompra de bonos de la deuda argentina, los que con su caída de los últimos días han elevado el riesgo país hasta hacerlo cruzar los 1.000 puntos el jueves pasado. El Gobierno utilizó a la Anses durante ese mediodía dramático para hacerlo bajar y mantenerlo en 967 puntos pero las restricciones del Fondo de Garantía Sustentable hacen que el poder de fuego también se vea limitado con esa herramienta.

Son varios los economistas consultados que señalan los antecedentes de las últimas crisis financieras en el mundo para extraer lecciones sobre cómo actuar. Después del terremoto de Lehman Brother en 2008, el Tesoro estadounidense y el europeo se dedicaron a comprar bonos en caída para paliar los efectos económicos de la bancarrota.

Uno de los casos apuntados es la debacle económica, social y financiera de Grecia, que debió acudir como la Argentina a préstamos del FMI para poder sobreponerse. La irrupción del Banco Central Europeo comprando bonos cuyas cotizaciones se habían derrumbado también fue clave allí para remontar los primeros años de una crisis que puso a la comunidad europea al borde del estallido. ¿Podría, por ejemplo, el Tesoro de EE.UU. intervenir comprando bonos o influyendo para que otros fondos amigos los compren y aliviar la situación de nuestra economía en riesgo?

Hay en el Gobierno quienes creen que esa hipótesis es factible pero que la Argentina debería negociarla a mayor nivel político. No es un tema que puedan resolver los directivos del FMI. En cambio acudir a Lagarde, de buena relación con Macri y con Dujovne, podría ser una alternativa para ampliar el margen de maniobra que el Gobierno necesita con urgencia. Y siempre está el recurso extremo de explorar el vínculo con Donald Trump quién fue clave para apurar el préstamo del FMI a la Argentina.

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