Cuáles son las 15 situaciones que más detestan los ciclistas que circulan por la Ciudad

Respecto de las bicicletas, hay datos incontrastables. Primero: cada vez se utilizan más en la Ciudad de Buenos Aires, especialmente con la expansión del sistema Ecobici. Segundo: el crecimiento de su uso requiere la adaptación de los conductores de vehículos motorizados y de los peatones al nuevo escenario, en el que comparten el espacio público con los ciclistas. Tercero: el conocimiento mutuo es clave para una convivencia armónica, pero suele haber muchos prejuicios y poca disposición a ponerse en el lugar del otro.

En esta nota, los ciclistas describen las conductas de los otros actores del tránsito -conductores de automotores, peatones y otros ciclistas- que más les molestan. También señalan algunos defectos en la infraestructura vial y del diseño de la red de ciclovías que debieran corregirse para que puedan moverse más seguros.

1) Los que abren la puerta sin mirar hacia atrás.

Es habitual que el conductor de un auto, luego de estacionar, abra la puerta y baje sin cerciorarse de si viene alguna bicicleta. Esta conducta puede ocasionar la caída del ciclista, que no tiene tiempo de frenar e impacta contra la puerta. Consejo para los conductores: antes de bajarse mirar siempre el espejo retrovisor lateral y abrir la puerta con la mano derecha, lo que hará que el cuerpo gire y se amplíe el campo visual hacia atrás.

2) Los que doblan sin poner la luz de giro

La mala costumbre argentina de no anticipar las maniobras pone en riesgo extra a los ciclistas. Es evidente que quien circula en bicicleta debe poder prever si un automotor va a seguir derecho o va a doblar para, de esa manera, tomar los recaudos necesarios y efectuar la maniobra correcta.

3) Los que pasan pegados al ciclista para «darle una lección»

El mínimo roce puede derivar en que un ciclista pierda la estabilidad y caiga al asfalto. Por eso, los automovilistas deben circular a no menos de 1 metro de distancia de las bicicletas. Los “justicieros” que se sienten con derecho de asustar a un ciclista tirándole el auto encima cometen una falta grave y son una amenaza para un usuario extremadamente vulnerable.

Por las ciclovías porteñas. / Luciano Thieberger

4) Los que se detienen en doble fila

Es una de las situaciones peor valoradas por los ciclistas, ya que cuando se encuentran con un auto en doble fila, para esquivarlo, deben incorporarse al carril central del tránsito, por el que circulan autos a mayor velocidad.

5) Los colectivos que se cierran de golpe

El Manual del Ciclista del Gobierno porteño enseña a circular por la derecha. El problema se da cuando la calle tiene tránsito de colectivos. El gran punto ciego que tiene el chofer entre su espejo derecho y la rueda trasera derecha, combinado con la costumbre de cerrarse abruptamente para frenar en las paradas, representa una de las situaciones más temidas por los ciclistas.

6) Los que bloquean la ciclovía

Si una ciclovía está bloqueada por un auto que quiere entrar a un garaje o por un camión de reparto, pierde su funcionalidad y hace que los ciclistas, que vienen en las dos direcciones, deban salirse de ella e ingresar a la calzada para después volver a ingresar, todo lo cual implica un riesgo aumentado. Lo mismo sucede con los contenedores de basura mal ubicados.

7. Los peatones que esperan sobre la ciclovía

Algo que los peatones suelen hacer es bajar a la calle antes de cruzar y esperar allí a que el semáforo les dé paso, en vez de hacerlo sobre la vereda. Esta costumbre se repite también si hay una ciclovía, con lo que fuerzan a los ciclistas a detener su marcha y, además, se ponen en riesgo de colisión.

8) Las motos que usan la ciclovía

En zonas de alto tránsito y congestión es algo de todos los días ver motos circulando dentro de las ciclovías. Esto no sólo está prohibido por el Código de Tránsito sino que, además, representa mucho peligro para los ciclistas, que pueden ser embestidos por un vehículo cuyo peso y potencia pueden ser letales.

9) Los que le tocan bocina a un ciclista

Para cualquier ciclista, que un conductor que va en una mole de acero de más de una tonelada se ubique detrás suyo y le toque bocina es aterrador. No sólo se trata de una actitud abusiva sino que además es contraproducente, ya que con el temor la posibilidad de cometer errores aumenta exponencialmente.

10) Los ciclistas que invaden el carril contrario

Si lo hacen para sobrepasar, no hay problema. Pero hay ciclistas que circulan de a dos o en grupo y copan ambos carriles de la ciclovía, con lo cual generan inconvenientes tanto para los que quieren pasarlos y no pueden como para los que vienen de frente y deben bajar la velocidad a la espera de que los “invasores” se corran a su carril.

11) Los runners invasores

No sólo las motos invaden las ciclovías. También lo hacen algunos corredores, especialmente los fines de semana. Todos ellos deben saber que aunque no tengan motor son visitantes indeseables para los ciclistas.

12. Los «bicipisteros»

Los ciclistas ven a las ciclovías como un camino protegido que sirve para llegar seguros a destino, en el que deben respetarse normas básicas de convivencia. Los que las usan como pista de carrera o entrenamiento o para probar destrezas no son bien vistos por los usuarios responsables.

13) Las canaletas

Son enemigas declaradas de los ciclistas y causantes de muchas caídas: el ancho de la canaleta para que escurra el agua en las bocacalles es tal que la rueda delantera de la bicicleta puede encajarse y hacer que el conductor termine en el suelo. Los baches y la falta de mantenimiento en general también constituyen un riesgo para los usuarios.

14) La falta de semáforos para bicicletas

Muchos ciclistas mencionan que cuando van por una ciclovía en sentido contrario a la mano de la calle, al llegar a las intersecciones no saben si el semáforo está en verde o en rojo porque lo tienen “dado vuelta”. ​Por eso reclaman que se instalen semáforos para los ciclistas, ya que denuncian que hay muy pocos en la ciudad.

15) Las ciclovías que se cortan abruptamente

Muchos ciclistas mencionan casos como los de Teodoro García y Villanueva, Pasco y Alsina y Tucumán y Uruguay, entre otros, donde las ciclovías se interrumpen. Pero quizás la más emblemática de las ciclovías sin final feliz sea la de Virrey Cevallos, que al llegar a Belgrano desaparece y se transforma en una calle en contramano.