Seis distritos tienen las terapias con más de 75% de ocupación y en cuatro hospitales ya están completas

El avance de la pandemia de coronavirus en el Gran Buenos Aires se arrima al punto de mayor riesgo: la ocupación de las camas de terapia intensiva, la herramienta más “finita” del sistema sanitario, alcanza el tope en algunos hospitales públicos. Es un recurso que no se puede estirar indefinidamente. Queda limitado por la capacidad económica y porque se acaban los profesionales capacitados para intervenir en alta complejidad.

Aunque en el conglomerado urbano que rodea la Capital Federal el porcentaje con pacientes en unidades de terapia intensiva (UTI) es del 57,7% en promedio, ya hay seis distritos que tienen entre 75% y 90% de las plazas cubiertas.

Son municipios del oeste y el sur del conurbano que –juntos- suman 14.038 infectados de covid-19 (39% de toda la Provincia) y acumulan 227 víctimas (33% del total), según los últimos registros que se reportan en la Sala de Situación del Ministerio de Salud bonaerense. Los municipios que tienen por lo menos tres de cada cuatro equipos de cuidados intensivos con enfermos sobre sus sábanas son La Matanza (registra 5.515 positivos desde que se declaró la peste); Quilmes (2.977 casos); José C Paz (2.346 positivos); Lanús (2.125); Moreno (1.033) y Escobar (642).

La fatiga del sistema ya satura algunos establecimientos de salud provinciales. Con el aumento exponencial de infectados que se registró en la última semana (creció 48% en apenas siete días en 26 jurisdicciones del GBA), cuatro centros de salud provinciales no pueden recibir más enfermos graves para atención intensiva: el interzonal de agudos “Luis Güemes” de Haedo (Morón); el “Simplemente Evita” de González Catán (La Matanza) y el “Magdalena Villegas de Martínez” de Tigre. El hospital regional “Dr Iriarte” de Quilmes ya cubrió el 95% de la capacidad instalada de unidades críticas según un informe oficial.

El aislamiento que comenzó hace más de 105 días permitió reforzar el equipamiento en salud que había en el territorio bonaerense. Cuando comenzó la epidemia, Buenos Aires tenía en hospitales, clínicas y sanatorios poco menos de 2.800 camas UTI. Ahora reporta 5.197, de las cuales 2.404 (46,2%) están con pacientes atendidos y de ellos, 297 tienen covid.

Eso es en todo el territorio. El promedio baja por la menor densidad del interior. Es que el distrito que gobierna Axel Kicillof​ tiene dos facetas bien diferenciadas: un área metropolitana de 13 millones de habitantes, superpoblada y empobrecida. Y una extensa planicie pampeana donde ya 72 comunas están en fase 5, o sea en la nueva normalidad que se vislumbra post epidemia.

Pero de retorno a la zona crítica, ahí se posan las miradas y las preocupaciones de los epidemiólogos. La Matanza (con una población estimada en 2,2 millones) superó los 5.500 afectados, tiene uno de los centros asistenciales con UTI completas y amplias regiones de sus localidades con circulación comunitaria de la peste. A este panorama se adhiere un cumplimiento relajado de la cuarentena. Las condiciones de vida en las localidades de Matanza impiden a muchos un aislamiento ordenado.

Este fin de semana, los operativos Detectar y otros dispositivos de búsqueda activa de contagios se desplegaron en el Mercado Central y barriadas cercanas.

Quilmes, con casi 3.000 afectados, preparó alternativas para atender a los enfermos graves. “Aún permanecen de resguardo todas las camas del UPA 17. Y en el distrito, el 66% de los casos están atendidos en el subsistema privado, con obras sociales”, dijeron fuentes municipales.

“No se puede analizar sólo la cobertura sanitaria de un distrito. En Quilmes, en caso de colapsar podríamos derivar al hospital ‘El Cruce’ de Varela o el ‘Evita Pueblo’ de Berazategui”, aclaran cerca de la intendencia.

Provincia tiene un Sistema Integrado de Emergencias (SIE) que permite monitorear en tiempo real las capacidades y las disponibilidades en todas las jurisdicciones. Contempla la posibilidad de traslados (incluso aéreos) de casos graves entre una ciudad y otra. “Tenemos un mapa de calor que nos indica hacia dónde podemos derivar pacientes críticos”, explicaron en el ministerio. Allí verifican cada hora el emplazamiento de las camas de terapia. En este escalón de la pandemia, el dato resulta una obsesión.