Un tren que corre en altura, ocho nuevos cruces que reemplazan a las barreras eliminadas, y la apertura de cuatro calles antes interrumpidas por las vías comprenden el paquete de mejoras que el Viaducto Mitre trajo a Núñez, Belgrano y Palermo. Con un tránsito vehicular que fluye y una estación de diseño futurista, es en el Bajo Belgrano donde más se perciben los cambios. Pero es también donde más inquieta a los vecinos el destino de los predios bajo las vías.
“Con el Viaducto todo bien, es una obra fantástica”, se apuran en aclarar los vecinos. El asunto pasa, literalmente, por debajo de esos rieles que ahora corren a diez metros del suelo. “En el barrio ya tenemos todo el comercio que necesitamos, no hacen falta más locales. El Viaducto se mete en el corazón de la manzanas, de Virrey del Pino a Congreso atraviesa una zona netamente residencial. Llenarlo de negocios implica más tránsito, más ruido y más polución”, refiere Enrique Banfi, presidente de la Asociación Civil Vecinos de Belgrano.
Desde marzo, el Gobierno de la Ciudad viene organizando reuniones con los residentes de las zonas linderas al ya inaugurado Viaducto. En estas mesas de trabajo los frentistas pueden aportar sus ideas y participar del diseño de los futuros espacios. Los proyectos finales surgirán de los informes que se arman luego de cada encuentro, y serán elegidos por una comisión integrada por técnicos del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte porteño, la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), y la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF).
Pero más allá de estar alzando su voz durante esta etapa participativa, acercando propuestas y resistiendo proyectos que no estiman acordes para el barrio, un grupo de vecinos consideran que los dejan afuera.
“Antes de que se abran los sobres de la licitación, el Gobierno Nacional y el Gobierno de la Ciudad ya tienen definido un plan para todo este sector: el ‘Barrio Chino’ y sus comercios”, mencionan en el blog de la entidad. Y agregan: “Contrariamente a lo que el Gobierno da a entender en las reuniones, el que decide el destino y uso del espacio es el titular de la concesión o los sublocatarios. Los vecinos no pueden elegir, y el concesionario o los locatarios pueden cambiar los usos comerciales del espacio concesionado en cualquier momento, durante los 30 años que dura la concesión”.
La afirmación responde a los alcances del inciso 3.17.2 del Nuevo Código Urbanístico, donde se establece que “en los bajo-viaductos ferroviarios se permitirá localizar los usos permitidos en las Áreas de Media Mixtura de Usos 2 y 3”. En la práctica, esto habilita a instalar desde locales de alimentación general y gastronomía, hasta depósitos de máquinas y espacios para música en vivo con capacidad hasta 300 personas. Sin descontar supermercados, comercios mayoristas con depósitos e incluso, previo estudio de la “conveniencia de la locación” un garaje para camiones y material rodante (privado), volquete y mudanzas.
“Se pretende provocar un cambio profundo e irreversible que afectará en su día a día a miles de vecinos. Y de noche, cuando los comercios cierran va a aumentar la inseguridad. Exigimos que bajo los viaductos haya espacios de uso público, preferentemente verdes, que sean de utilidad para los vecinos, sin comercios de ningún tipo ni especie”, definen desde la asociación vecinal.
En la AABE, a cargo del proceso licitatorio, ponen paños fríos al reclamo. “Si hay algo que buscamos priorizar en esta obra es el proyecto urbanístico, la integración de ese espacio con la Ciudad. Por eso, es lo que definirá en un 35% al oferente ganador. Otro 50% tendrá que ver con la inversión que ofrezca. Queremos que tenga un impacto en lo concreto desde el desarrollo, y otro en lo cultural, en la manera de presentar y manejar estos contratos. Por eso se busca darle tanta visibilidad al proceso, y se elabora un contrato que permita al Estado supervisar al concesionario, para que cumpla con lo pautado”, resume Ramón Lanús, presidente de la AABE.
El valor “irrisorio” al que se está ofreciendo el arrendamiento de las tierras es otro de los puntos de discrepancia entre vecinos del Bajo y las autoridades nacionales y porteñas. “Los valores base son llamativamente bajos, aproximadamente $ 85 por mes por metro cuadrado. El Espacio Barrio Chino (unos de los tres que será licitado, y que comprende el tramo entre Juramento y Congreso) tiene 10.508 m2 y se ofrece a un canon base mensual de $ 893.397. Si hay pocos oferentes el precio será ese, otra condición del contrato de concesión que sólo favorece al concesionario”, plantean.
Lanús discrepa, y da cuenta de que “los desarrolladores dicen que es muy alto. Lo relevante no es tanto el canon sino la inversión que estará en cabeza del privado. Creemos que lo que estamos haciendo será de mucha calidad y los vecinos más cercanos son los que más beneficiados van a estar“.
Las ofertas se abren el 5 de julio, con la posibilidad de elegir tres concesionarios, uno para cada sector del bajo Viaducto Mitre: “Barrio Chino”, otro que se denomina “Clubes” y que va de Juramento a Olleros; e “Hipódromo”, que se extiende desde Olleros hasta Av. Dorrego. También puede suceder que uno solo que haya ofertado por los tres, apuesta que cuenta con un 10% de puntaje extra durante el proceso selectivo.