Carmen García, vecina de Castelar de 71 años, terminó la escuela secundaria el año pasado y rápidamente emprendió su camino por la universidad para comenzar a estudiar Abogacía, algo que siempre le interesó.
A pesar de que durante su adolescencia debió dejar la escuela, Carmen no se dio por vencida y en 2016, impulsada por sus cuatro hijos, decidió retomar los estudios secundarios en la Escuela CENS N° 455 de Morón. Así, pudo dar por finalizada la estapa escolar.
Pero eso no fue todo. Quiso seguir tachando objetivos y sueños de su lista. “Charlando con mi yerno, le conté que me gustaría ser abogada. Y él me contestó: ‘¿por qué no lo hacés? Intentalo, si el tiempo va a pasar igual'”. Ese fue el “impulso cariñoso” que la llevó a inscribirse en la carrera de Abogacía en la UAI. “Me gustó siempre. Me interesan las leyes, las reglas, el orden de las cosas”, explica, y añade: “Me di cuenta de que lo quería hacer más aún de lo que pensaba”.
“Hacer lo que a uno le gusta es una caricia al alma“, cuenta muy feliz la señora, que se encuentra cursando dos materias: Teoría de la persona y del hecho jurídico, y Problemática del mundo actual. Aunque debe dividir sus tiempos entre la familia -su prioridad-, el trabajo y el estudio, admite que por el momento es algo fácil. “Busco mis tiempos libres”, señala, y recalca que los aprovecha al máximo, más que cuando estudiaba de joven donde “uno deja todo para último momento”. Además, tiene a su hija Bárbara, que ya se recibió de abogada y siempre le da una mano.
Aunque sus compañeros de cursada son más chicos, la relación es óptima. “Me siento una más y afortunadamente nos llevamos muy bien”, cuenta Carmen. Ya es parte de un grupo de estudio de seis alumnos. Sin embargo, a veces se le complica para juntarse por el trabajo o porque cuida a sus nietos.
Sin dudas, la clave es el apoyo que le brinda su familia todos los días. De ahí, surgen su motivación y sus ganas para seguir los estudios de una carrera que le fascina. “Estar en la facultad me pone feliz”, apunta la alumna de 71 años.
Carmen es un ejemplo para todo aquel que quiere dar un paso y -por algún motivo- no se atreve. Para todos ellos recomienda: “Hay que animarse”, apunta, y continúa: “Es importante ilustrarse y aprender para que no lo pasen por arriba. Pero por encima de eso, es más importante ser buena persona“.