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Palermo pierde una hamburguesería pionera en el rubro

Este local ubicado en el paquete barrio de Palermo, supo ser un lugar de encuentro con amigos en torno a hamburguesas y licuados de banana, una esquina donde desayunar tomando sol.

La mala noticia llego hace un mes, cuando Perica, la famosa hamburguesería de los 80 que por años reunió a músicos, actores y vecinos emblemáticos de la zona, cerró sus puertas sin aviso.

Hoy, sus vecinos y clientes circulan delante de los ventanales del bar, que están pintados de blanco, en medio del desconcierto.

¿Qué pasó? ¿Van a volver a abrir? son las preguntas que responden más de cien veces al día los porteros de la cuadra de avenida del Libertador al 2000.

Aparentemente no volverían, al menos, no en esa esquina, la razón es el aumento del precio del alquiler del local, que pasó de 140.000 pesos a cerca de 200.000 pesos mensuales en la renovación del contrato, y para los actuales dueños se volvió insostenible.

Hacía dos años, el local se había cerrado para refacciones y también se había actualizado la carta.

Se incluyeron versiones gourmet de hamburguesas, para competir con los locales de tendencia, como la hamburguesa de salmón servida con palta o de carne con queso, rúcula, champignones salteados al vino blanco, en pan de pita, pero no fue suficiente.

En el día de ayer, un grupo de empleados de una empresa de mantenimiento levantaron la persiana y abrieron las puertas del local, para llevarse mesas, sombrillas, bandejas y las pocas cosas de valor que quedaban.

El panorama adentro era desolador para los clientes habitués que se acercaban, el bar estaba en ruinas; las mesadas y los mostradores, a medio demoler.

Y todo el local en pleno desguace, nada quedaba del local en el que tantas veces habían almorzado o tomado café.

Laura y Adriana Levy, dos vecinas de la manzana se asomaron de inmediato para ver. «Qué tristeza verlo así, nadie sabe decirnos qué ocurrió. Hay versiones de todo tipo circulando en el barrio.

Pero nadie sabe exactamente qué pasó», dice Laura. Los hombres de mantenimiento explican que se trata de un cierre por reformas. Que el bar se va a cerrar y volver a abrir en unos meses.

Pero Bautista Taboada Maers, rugbier de 34 años y actual dueño, confirma que no, que Perica no volverá a esa esquina y que por el momento no hay planes de reapertura pronto.

La prioridad ahora, dice, es resolver la situación laboral de las 15 personas que trabajaban allí.

Perica se ganó su lugar en el mapa de la gastronomía porteña como la primera hamburguesería estilo norteamericano que abrió en la ciudad, antes de que desembarcaran cadenas como McDonald’s y Burger King, cuando solo existía la argentina Pumper Nic.

Abrió sus puertas el 13 de febrero de 1983, en el local de Libertador al 2004, en el que hasta entonces había una heladería. Daniel Taboada, padre de Bautista, el actual dueño, fue el creador.

«Lo novedoso es una incertidumbre y la propuesta del cambio era ambiciosa: helados y cafés por hamburguesas, panchos y lomitos.

No solo apostamos a esta nueva gastronomía para la Argentina, sino que también queríamos que los jóvenes consideraran Perica como su lugar de encuentro», explican los dueños en la página web.

«El cierre de Perica no se explica por el boom de las nuevas hamburgueserías, porque nosotros teníamos nuestra clientela.

Éramos un lugar de encuentro de amigos, la gente venía a desayunar; al mediodía venían muchos padres que se hacían una escapada del trabajo y almorzaban con sus hijos, y a la noche, los más jóvenes, que tomaban alguna cerveza.

Cerramos por la suba del alquiler en una de las esquinas más codiciadas de Buenos Aires», dice Taboada.

«Lo que le pasó a Perica, a mi criterio, es que malinterpretó el boom de las hamburgueserías. Y creyó que alcanzaba con virar la carta hacia las mal llamadas «hamburguesas gourmet», dice Tomás Caruso, dueño de The Burger Company.

«Hace dos años, Perica reinventó su carta y empezó a ofrecer hamburguesas de salmón, cebollas caramelizadas en vino blanco, roquefort. Y mató a su producto estrella. Lo que la gente quiere es comer la misma hamburguesa que comía hace 20 años, pero con una calidad superior. Mejor carne, mejor pan, mejor cheddar.

Y eso se logra con materia prima premium y ofreciendo una experiencia completa. Y allí influyen la calidad del producto final, la materia prima, que ya no es carne picada, sino que combina varios cortes de carne.

Y la ambientación es fundamental, todo eso le faltó a Perica, y entiendo que la llevó al cierre», agrega Caruso.

La idea de los Taboada de ofrecer una carta de hamburguesas en los 80 creció, y entre los 90 y los 2000 se abrieron 12 sucursales en la ciudad y en San Isidro, Pinamar, Mar del Plata. La última fue la que se abrió en el verano en Punta del Este.

La incógnita es si la temporada próxima volverá a abrir. Pero, con el correr de los años, las sucursales fueron cerrando, y la familia Taboada solo se quedó con el local de Libertador y el local de verano en Punta del Este.

La ubicación de Perica fue la clave para que se convirtiera en un ícono que se sostuviera desde los 80.

El sol perpendicular de la mañana, que cruza la ancha avenida del Libertador en dirección a las mesas de la vereda, hacía que desayunar allí fuera casi un privilegio.

Muchas señoras iban a tomar café acompañadas de sus perros caniches, ya que era un bar pet friendly. Quienes elegían las mesas de afuera, aprovechaban a sacarse todo lo que se pudiera para dorarse en ese rincón soleado.

Unos meses atrás, una advertencia había aparecido pegada en la vidriera del local de Libertador.

Había una mujer desequilibrada que andaba por la zona y que robaba las carteras y golpeaba a los clientes sentados en las mesas del exterior.

Algunos vecinos pensaban que la amenaza había llevado a los dueños a precipitar el cierre, ante las demandas de clientes agredidos. Pero esta información fue desmentida por los dueños.

Al mediodía, en Perica llegaba el recambio. Era hora de las hamburguesas, que muchas veces se acompañaban con licuados de banana o jugos exprimidos.

Y a la noche llegaban los más jóvenes en busca del dos por uno en cerveza. Pero el cambio de hace dos años no alcanzó para subirse a la nueva ola de las hamburgueserías.

Por eso, con sabor a clásico pasado de época, hace un mes, Perica cerró sus puertas.

Los clientes quedaron desconcertados. En las redes, muchos escribieron su tristeza por el cierre de su lugar de encuentro con amigos.

Otros extrañaban sus platos y también aparecían mensajes de familiares de los exempleados del local que lamentaban el cierre precipitado del local, después de 20 años de trabajo.

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