Un viaje al mundo de los indecisos: quiénes son los que pueden definir a favor de Mauricio Macri o Alberto Fernández

Mauricio Macri Alberto Fernández ni siquiera se pueden poner de acuerdo sobre el índice de indecisos que aún mantienen las elecciones primarias del 11 de agosto. Quienes recopilan información para Jaime Durán Barba aseguran que el nivel es altísimo: lo estiman en torno al 40 por ciento y consideran que al menos una porción de ellos se va a definir la última semana o el último día, incluso un rato antes de concurrir al cuarto oscuro. Los colaboradores más cercanos al candidato de Cristina Kirchner revelan que días atrás recibieron una encuesta -que, juran, van a mantener en secreto- que los hace pensar que las PASO ya están definidas porque ni aunque los indecisos fueran a votar en masa por el oficialismo podrían impedir una amplia victoria del Frente de Todos.

Pero una cosa es lo que dicen y otra lo que hacen. En ambos comandos de campaña bucean en ese mundo para intentar descifrar quiénes lo integran, cómo piensan y cómo se podría seducirlos.

Esa marea de electores que descree de la política, o acaso se resista a aceptar las reglas implícitas de la polarización, es, al cabo, la que podría determinar el resultado y el paisaje que asomará al día siguiente en la Argentina, cuando resten solo dos meses y medio para que se devele -si es que no hay balotaje- quién gobernará el país durante los próximos cuatro años.

El director de la consultora Aresco, Federico Aurelio, es uno de los pocos que asegura que el número de indecisos se redujo notablemente en las últimas semanas porque “cuanto mayor es la polarización más definición existe en la etapa preelectoral”. Sin embargo, reconoce que ese porcentaje será vital frente a la paridad de los principales contendientes. Podrían ser clave para la recuperación definitiva de Macri o para que el binomio kirchnerista obtenga una distancia en las PASO que lo deje a un paso del triunfo en octubre.

Ahora bien, ¿cuál es el perfil de los indecisos? Aurelio dice que son más mujeres que hombres y que se dividen en dos rangos etarios: menores de 30 años y mayores de 60. En general viven en el interior del país y tienen una posición económica precaria, una situación que agudiza su indefinición.

En el búnker macrista siempre tienen su propia versión de los hechos, a veces rupturista con respecto a la de los analistas que consideran más tradicionales. Asumen que las dudas están concentradas en el electorado más joven, pero advierten que tanto Macri como María Eugenia Vidal se encuentran en condiciones de capitalizar esa indecisión porque Cristina “despierta sentimientos negativos más intensos que Mauricio”.

Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey, la fórmula que busca la tercera vía.

La economía, es la economía. Cualquier debate puertas para adentro de Juntos por el Cambio aparece atado a que el dólar siga estable o con propensión a la baja -como desde el 29 de abril-, a que la inflación no vuelva a subir y a que antes de octubre haya movimientos en el consumo que permitan recrear un clima de que el futuro será mejor.

Ya se ha dicho. Por distintos motivos, el Presidente y la senadora llegan a las primarias con un techo alto de imagen negativa. Ese techo de la expresidenta -así como su piso- parece haberse trasladado a Alberto, quien realiza esfuerzos para diferenciarse pero sin dejar de arrastrar un desconocimiento importante, al punto de que en algunas zonas creen que en verdad el postulante es Aníbal Fernández.

Macri experimenta un crecimiento lento pero constante, aunque sería imprudente no recordar que el despertar se produjo luego de atravesar meses en los que su imagen se había degradado tanto que en sus propias filas se pensó en un Plan B, con V corta de Vidal. Un sector de su gobierno y del Círculo Rojo se pregunta si el repunte se mantendrá y si será suficiente para ganar. El núcleo duro del macrismo, en cambio, desborda optimismo. Los que profesan la misma fe que Durán Barba –para quien lo importante siempre es la tendencia y nunca el número transitorio-, piden no mirar la realidad con el diario de hoy.

Eso explica el cambio de humor de Macri, que en las últimas horas hasta se permitió bromear y parafrasear a Cristina, que había llamado “hada virginal” a Vidal. También se nota en la gobernadora el cambio de aire (pese a que en la intimidad dice que la elección será más difícil que la de 2015) y en Horacio Rodríguez Larreta, quien por primera vez en mucho tiempo atacó duramente a Cristina. Lo hizo incluso ante los micrófonos. El jefe de Gobierno nunca peca de ingenuo: si un número ínfimo de votantes filokirchneristas reconoce sus obras en la Ciudad será suficiente para ganar en primera vuelta y quedar en la historia como el único en alcanzar ese score.

La mejora de Macri en los sondeos es un punto sobre el que vale la pena detenerse. ¿Fue el macrismo el que, como sospechan en el kirchnerismo, impulsó la difusión de las últimas cifras para dar un mensaje de paridad? ¿O trascendieron contra el deseo oficialista? La respuesta podría ser esclarecedora: nunca, ni como jefe de Gobierno ni como aspirante a la presidencia, la mesa que comanda Marcos Peña vio con interés difundir cifras que los favorecieran. Les gusta ir de punto y suelen exacerbar situaciones de presunta debilidad.

El consultor Enrique Zuleta Puceiro adhiere a que todavía hay muchos indecisos. Habla de entre un 20 y un 30% de la población. Considera que eso ocurre porque no se trata de votos de pertenencia ni de convicción sino de votos de oportunidad, acaso estratégicos. A los indecisos no les agradan ni Macri ni Cristina y sienten bronca por no estar mejor representados. “Están siendo obligados a votar en una polarización ficticia”, piensa Zuleta Puceiro. Se abriría así una grieta dentro de la grieta. Una brecha entre el sistema de partidos y los alineamientos ideológicos y culturales: “Antes eran radicales o peronistas ahora es ‘ellos o nosotros’”.

El más perjudicado resulta Roberto Lavagna, cuya fuerza nació para romper la grieta. Solo en Isonomía indican que su imagen sigue siendo interesante. Lo tienen en 13 puntos de intención de voto. Lavagna aspiraba a dos cuestiones que hoy se esfuman: un deterioro mayor de la economía y a que su llamado al consenso en verdad se convirtiera en un encolumnamiento detrás de su figura. Lo último no solo no ocurrió, sino que aliados como Margarita Stolbizer y Luis Barrionuevo se sienten marginados luego de que el economista fue a la Justicia para impedir que la lista de legisladores que ellos apadrinaban en la Ciudad (la encabezaban Carlos Campolongo como diputado y Julio Barbaro como senador) le hiciera sombra a la que encabeza su hijo, Marco.

La rivalidad entre las dos fuerzas mayoritarias eclipsa el escenario. Macri y Alberto tienen, además, una pésima relación personal desde el día en que se conocieron. Sucedió en 2007, cuando Macri era jefe de Gobierno electo y Fernández jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Cenaron en secreto para hablar de la transición en la Ciudad.

Cristina Kirchner, en Santa Cruz, donde presentó su libro.

Macri le reclamó el traspaso de la Policía. Alberto le dijo que iban a evaluarlo, pero la cena terminó en malos términos. El anfitrión fue Gregorio Chodos, un empresario que supo ser amigo de Franco Macri.Para Mauricio fue siempre como un segundo padre y el primero que confió en él cuando, en medio de partidos de golf, le confesó un deseo que irritaba a Franco: que quería dejar las empresas para ser presidente de Boca.