Con un nuevo piso en la cifra de contagios y bajo tensión política latente, el presidente Alberto Fernández reenfocó el monitoreo de la cuarentena por el coronavirus, analizará si revierte aperturas y ajustará una herramienta como recurso extremo: limitar el transporte.
En la semana más dura desde que estalló la pandemia, con un pico de 24 muertos el último jueves, Fernández maniobró entre el aumento de los casos y los tironeos entre Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof por el nivel de apertura en la Ciudad, que derivó en un incremento de la circulación.
Los informes sobre el aumento de pasajeros dieron lugar a una medida que el Gobierno nacional podría disponer si la situación se agrava: que sólo pueda usar el transporte público el personal de actividades exceptuadas, para reducir la concentración.
El recurso, que ajustan técnicos de Jefatura de Gabinete, Interior y Transporte, prevé que sólo los que tengan certificado de circulación puedan usar la tarjeta SUBE. Se aplicaría para los viajes que unan el conurbano bonaerense con Capital.
Según confiaron fuentes oficiales, lo sugirió Kicillof a través de su jefe de Gabinete, Carlos Bianco, y el Gobierno porteño, vía su par Felipe Miguel, estuvo de acuerdo. Nación, que fiscaliza el transporte en AMBA, respaldó la propuesta y la empezó a desarrollar.
Fernández, a su vez, se reservó el poder –jurídicamente lo tiene Santiago Cafiero- de revertir aperturas y excepciones en caso de que considere que la situación epidemiológica se complica. Ya lo había avisado el Presidente y también el jefe de Gobierno: puede haber marcha atrás.
El foco está en AMBA, epicentro de la escalada de casos. “Cada apertura se charla antes: Larreta pide en público lo que acordó en privado”, dicen desde Gobierno.
Traducción: Nación no va a dar marcha atrás de manera unilateral -aunque está habilitada para hacerlo-, con una apertura que pidió el Gobierno porteño. Es un criterio y una decisión política: Fernández hace equilibrio entre las demandas de Kicillof y los intendentes del conurbano que cuestionan el timing de Larreta para autorizar la actividad comercial.
El alerta bonaerense se basó en datos. En una semana, entre el martes 5 y el martes 12, la cantidad de pasajeros que usaron trenes, colectivos y subtes aumentó un 11,1%. Pasó de 938.185 a 1.042.403. El número está, sin embargo, lejos de otros tiempos. Un ejemplo: una formación del tren Sarmiento, entre Moreno y Once, hace dos meses trasladaba 1.900 pasajeros y ahora se mueve con algo más de 500. Tiene 565 butacas en total.
Desde Trenes Argentinos, la empresa que conduce Martín Marinucci, aseguran que el sistema aguantó la apertura y destacan que “hubo conciencia de los usuarios” para evitar riesgos. Existió un inconveniente con un tren el 8 de mayo en Ramos Mejía, cuyas imágenes se viralizaron, pero se trató, afirman desde la empresa, de un problema puntual y “no hubo otros episodios similares”.
El límite es fino porque el sistema ferroviario, por disponibilidad de vagones y restricciones con el personal, casi no tiene margen para incrementar las frecuencias en las horas pico.
Algo más: en el Gobierno aseguran que por el estado de las vías, la señalización y el incumplimiento de un plan de frenos automáticos ATS, que anunció pero no terminó la gestión anterior, no se pueden aumentar las frecuencias porque deben hacer tramos con medidas de precaución.
Por eso, el ministro Meoni le elevó a Fernández una serie de propuestas entre las que está la idea de instrumentar un esquema de reservas previas para evitar las aglomeraciones y garantizar el protocolo de distanciamiento social.
Se trata de una aplicación que permite ver la disponibilidad de espacio en cada horario y reservar cupo en el tren. Está previsto comenzar a usarse esta semana en la línea Mitre para, si funciona, extenderlo al resto de los ramales.
Esos recursos tiene un lado político. El Gobierno quiere ensayar medidas que limiten la circulación antes que dar marcha atrás con algunas aperturas. Hasta ahora, no lo tuvo que hacer en ningún caso, aunque siempre se puso sobre la mesa esa posibilidad.
Cafiero y Ginés González García (Salud) repiten, como regla general, que la situación es dinámica y si es necesario, se dará marcha atrás. Lo que que sugieren, de mínima, es que cuando se haga la próxima extensión de la cuarentena, el fin de semana próximo, no habrá prácticamente cambios.
El contexto es, también, estadístico y tiene que ver con lo sanitario. El viernes 8 “empezó el pico”, según interpretó un funcionario. Ese día, mientras el presidente junto a Larreta y Kicillof extendía la cuarentena pero flexibilizada, se notificaron 240 casos y el miércoles superó los 300.
Ese valor se perfila como el nuevo piso, luego de que la frontera de los 200 casos duró menos de una semana.