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Tiendas de ropa, peluquerías y lavaderos de autos: los que se arriesgan a abrir en cuarentena pese a que pueden clausurarlos

Tras semanas de reclamos, algunos rubros no esenciales volvieron a operar durante la cuarentena​ en la Ciudad de Buenos Aires. Es el caso de librerías, florerías, jugueterías, bicicleterías, mueblerías y un largo etcétera. Otros sectores, en cambio, la miran desde afuera: son las tiendas de ropa, las zapaterías, las peluquerías y los lavaderos de autos, que deben seguir cerrados pero que, en algunos casos, reabren a escondidas, por la desesperación de ver cómo los ahorros se esfuman y la deuda crece.

La Agencia Gubernamental de Control (AGC) ya clausuró 39 locales porteños no exceptuados, entre ellos 15 tiendas de ropa y calzado, 12 lavaderos de autos y cinco peluquerías, pero se estima que hay más en funcionamiento. También fueron clausurados comercios ubicados en galerías, y otros que vendían artículos de oficina u ofrecían servicios de reparación de artículos electrónicos.

Un peluquero de Devoto, que prefiere no revelar su nombre, reconoce que va a cortar a domicilio porque «no hay alternativa». Aclara que sólo atiende a clientes que ya conoce, aunque eso no baste: puede contagiarse o contagiar. Pero no es el único.

«Sabemos que algunos peluqueros desesperados están trabajando a escondidas, pero es un riesgo alto: nosotros acariciamos la cabeza de las personas, no podemos estar lejos. Tampoco puede arreglarse una barba si el cliente tiene tapabocas», explica Miguel Ligori, presidente de la Confederación Argentina de Peluqueros y prosecretario del Centro de Patrones, Peluqueros y Peinadores de Buenos Aires. Con todo, advierte que el sector «está muy mal, sobre todo en el caso de los independientes. Muchos de ellos no están registrados y, por eso, no pueden percibir ningún tipo de beneficio».

Otros peluqueros, en tanto, buscan alternativas para remar la falta de ingresos, como, por ejemplo, la «compra futura» aplicada a servicios. Es el caso de Diego Suárez, que permite pagar por adelantado corte, color o manicuría, con tarjeta de débito o crédito, y sacar turno cuando termine la cuarentena en su local de Caballito.

«Queremos agradecerles muchísimo a los que pudieron hacer el adelanto de pago de nuestros servicios, ya que fue nuestro único sostén en una economía totalmente parada», dice Suárez en un video que difundió por redes. En él promete además que el regreso será «con un protocolo de seguridad e higiene muy estricto y distanciamiento entre cliente y cliente».

Este rubro no la tiene nada fácil, incluso cuando vuelva: «Tendremos un costo importantísimo en material descartable, la clientela será reducida porque habrá que dejar pasar una hora entre un corte y otro, y entre una y media y dos para hacer color», detalla Ligori, que estima una reducción de la capacidad operativa de los locales de hasta un 75% en la esperada nueva normalidad.

Los lavaderos de autos también siguen sin funcionar oficialmente, excepto los que desinfectan los taxis que llevan a los pacientes desde los centros de salud a los hoteles de aislamiento. «Solicitamos permisos para funcionar a Ciudad y Nación, pero aún no obtuvimos respuesta. Algunos lavaderos abrieron a escondidas porque los dueños están desesperados», admite Daniel Rodríguez, gerente de la Cámara Argentina de Lavaderos Automáticos y Manuales de Automotores (CALAMA).

Muchas tiendas de ropa y calzado reforzaron su sistema de venta online, con envío a domicilio o retiro en su local o showroom. Sin embargo, hay clientes que siguen prefiriendo probarse la prenda antes de comprar. Es por eso que los ingresos aún siguen siendo bajos, y hay locales que volvieron a abrir a pesar de que aún no están habilitados para hacerlo, en barrios como Palermo y Balvanera -entre los más afectados por el Covid-19- y Villa Crespo y Caballito, entre otros.

«Estamos muy preocupados por cómo seguirá esto después de 60 días cerrados. Igual nuestros socios permanecieron cerrados», indica Claudio Drescher, presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), que trabaja con marcas con gran cantidad de locales, en muchos casos en shoppings.

La preocupación es tal en ese sector, que desde CIAI promueven el traslado del festejo del Día del Padre del 21 de junio al 19 de julio. «Hay países que ya corrieron fechas similares. Pensamos que en julio las cosas estarán más calmas», confía Drescher.

Mientras tanto, en los tres sectores ya se prepararon protocolos sanitarios para poder usarlos ni bien estén en condiciones de regresar. El de los peluqueros fue diseñado por un infectólogo y establece, entre otras normas, que tanto la capa del cliente como el guardapolvo del profesional sean descartables, que se desinfecten las tijeras con cloruro de benzalconio y que «se corte el pelo mojado, porque el seco es más volátil y puede favorecer la expansión del virus», observa Ligori.

En el caso de los lavaderos de autos, «se garantizará el cumplimiento de puntos como la protección de los clientes y del personal, las distancias sociales, horarios acotados, que el personal sea de cercanía, turnos rotativos, productos de trabajo certificados y la incorporación de equipamiento adicional, como los que usan vapor saturado, luz ultravioleta y generadores de ozono», precisa Atilio Krenn, presidente de CALAMA.

De hecho, algunos lavaderos ya incorporaron esa tecnología. Es el caso de Pole Position, en Núñez, que ofrece servicios de limpieza con una máquina a vapor de alta temperatura, «que garantiza la eliminación de COVID-19 y de otros virus y bacterias». En su página de Facebook explican que, como «la temperatura del vapor alcanza los 100 grados centígrados, una presión máxima de 3 hasta 8 bars y una aceleración de unos 170 kilómetros por hora», «el vapor llega a todas las grietas o pliegues de goma donde los cepillos o paños apenas pueden alcanzar».

El protocolo de emergencia para la venta de indumentaria, en tanto, dispone que los clientes puedan retirar las prendas que les interesan y probárselas en sus casas. Las que cambien o devuelvan serán sometidas al rociado de una solución de alcohol al 70% y a un período de cuarentena de 48 horas. Una vez cumplido ese plazo, volverán al circuito, propone la CIAI, una medida que ya se toma para productos de venta online.

 

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